“Rinoceronte es sin duda una obra antinazi, pero también es, sobre todo, una obra contra la histeria colectiva y las epidemias que se esconden bajo el manto de la razón y de las ideas, pero que no son enfermedades colectivas menos graves de las cuales las ideologías no son más que coartadas: si nos damos cuenta de que la historia no es razonable, que las mentiras de la propaganda están ahí para enmascarar las contradicciones que existen entre los hechos y las ideologías que los sustentan, si desechamos una mirada lúcida a los acontecimientos actuales es suficiente para evitar que sucumbamos a lo irracional. “razones”, y escapar de todos los mareos. » ENERO 1964 [...] Me pregunto si no he puesto el dedo en una llaga ardiente del mundo de hoy, en una extraña enfermedad que hace estragos en diferentes formas, pero que es la misma en su principio. Surgen ideologías que se han convertido en idolatrías, sistemas automáticos de pensamiento, como una pantalla entre la mente y la realidad, distorsionan el entendimiento, ciegan. Son también barricadas entre hombre y hombre que deshumanizan y hacen imposible, a pesar de todo, la amistad entre los hombres; impiden eso que llamamos convivencia, porque un rinoceronte no puede ponerse de acuerdo con uno que no es de su secta, un sectario con uno que no es de su secta.